El bueno, el malo y Brazil: moda en la utopía y distopía cinematográfica
En el futuro, la moda dentro del cine se divide en dos categorías: un mundo perfecto (utopía) o un mundo de sufrimiento e injusticia (distopía). La tecnología, la política y la moda son grandes fuentes de inspiración para estas historias. El diseño de vestuario en las películas de ciencia ficción nos cuenta mucho sobre el espíritu, y por eso la cultura pop está tan obsesionada con este género cinematográfico. El autor Hal Niedzviecki describe el futuro como uno de los mayores fetiches porque está lleno de posibilidades. Lo que parece bueno podría ser malo y lo que aparenta ser malo podría tener un lado bueno.
Imagen cortesía de Syfy.
Tomemos como ejemplo la película Gattaca (1997). En un futuro cercano, la ciencia ha perfeccionado a la especie humana. Ya no sufre más enfermedades cardíacas, cánceres ni Alzeihmer. Los padres pueden elegir el color de los ojos y el pelo que tendrán sus hijos. Suena genial, ¿no? Parece una utopía.
Sin embargo, en el mundo de Gattaca, la salud es un indicador del estado social. A las personas con genes imperfectos se les llama “inválidos”. Trabajan en labores serviles y su vestuario es prueba de ello: desaliñado y básico, pero bien arreglado. Por otro lado, las clases altas visten con moda urbana, atemporal, minimalista y pulcra. El futuro es monótono en Gattaca, pero la diseñadora Colleen Atwood lo compensa con siluetas estructurales, toques Art Decó y una sensibilidad moderna. El resultado es un futuro tanto conocido como nuevo.
Imagen cortesía de Syfy.
Hasta los años 70, el vestuario de ciencia ficción consistía principalmente en abultados trajes espaciales. En la realidad del siglo 23 en La fuga de Logan (1976) el placer es primordial. La superpoblación y contaminación atmosférica se regulan a través de una “reencarnación” a los 30 años. Esta visión del futuro edonista enfocada en la juventud se refleja con naturalidad en el vestuario. Diminutos vestidos con purpurina, sin sujetadores (o ropa interior) y muchos materiales transparentes… es como una edición atrevida de la antigua Grecia. En ese momento, los trajes causaron conmoción, pero eran los 70 y la revolución cultural estaba en el aire.
Las visiones utópicas del futuro nos permiten disfrutar de la diversión fantástica y soñar con vidas en las que hemos superado nuestra mortalidad. No obstante, no suelen tratar las consecuencias de las malas decisiones que tomamos. Ese es trabajo para el futuro distópico.
La ciencia ficción distópica se volvió popular en los años 50. Era la época atómica y las superpotencias mundiales estaban luchando por la supremacía. La gente estaba asustada… ¡y con motivo! Hoy en día es la misma historia pero con tecnología diferente: Inteligencia Artificial (IA). Ahora nos asusta que la tecnología (o nuestro uso de la misma) supere la inteligencia humana y escape a nuestro control.
Imagen cortesía de Consequence of Sound.
En Brazil (1985), existe un estado totalitario en el futuro con constante vigilancia, tortura y unos siniestros eufemismos burocráticos para asesinatos gubernamentales (se dice que se ha “completado” a la persona para mencionar que la han asesinado). A pesar de los avances tecnológicos, la humanidad se ha estancado.
Los personajes llevan atuendos monótonos de los 40, como trajes con tirantes y vestidos vintage. La vida gira en torno al trabajo. La única cultura es el capitalismo y la conformidad; por consiguiente, los personajes están obsesionados con las compras, la cirugía plástica y el vestuario profesional. Se diluye la idea el traje como símbolo común de la hipermasculinidad y la bravuconería. En esta versión del futuro, el traje impresiona tan poco como el protagonista de la cinta, un burócrata de bajo nivel interpretado por Jonathan Pryce. En la película, Pryce desea liberarse de la distopía en la que se ve envuelto, pero la única forma de escapar es en sus sueños.
Image courtesy of Grailed.
¡Todo se está volviendo terrorífico y lúgubre! ¿Deberíamos concentrarnos en el presente? En lugar de pensar en lo que está por llegar, muchas fantasías distópicas son comentarios sobre el aquí y ahora. Quizás por eso reimaginamos el futuro constantemente, porque tiene que reflejar el espíritu actual. Con el objetivo de ser un espejo de nuestra sociedad, a menudo el vestuario de ciencia ficción incorpora tendencias actuales.
Los diseños de vestuario en La naranja mecánica (1971) representaban los problemas de los 60. El foco de los conjuntos que llevaban los drugos (una pequeña banda de maleantes) era una coquilla, como recordatorio de la fijación colectiva de la década por la sexualidad. Sin embargo, el resto de sus conjuntos (un bombín, tirantes y un bastón) destilaba la esencial sofisticación británica. ¡Vaya yuxtaposición! Sí, La naranja mecánica se ambientaba en el futuro, pero también rezumaba ese aire anarquista de los 60.
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Imaginar el futuro es una forma de escapar de un presente mundano y en ocasiones angustioso. Preocuparse por el futuro es algo inherente a los humanos. Siempre estamos pensando en la reunión de mañana, el impacto del cambio climático y en nuestras familias. Quizás la ciencia ficción resulte reconfortante. Aparca las conjeturas y nos permite prepararnos mentalmente para el futuro. ¿Qué opináis vosotros?
Escrito por Kay, traducido por Ismael.