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El nacimiento del Kawaii

Si os habéis conectado alguna vez a Internet, conoceréis la palabra “kawaii” (que significa “mono” en japonés). Si os preguntan “¿qué se os viene a la mente cuando pensáis en ‘kawaii’?”, la mayoría dirían probablemente Hello Kitty, ¿no?

Kawaii no es solo un adjetivo, y es mucho más que un estilo. Es parte de la historia. Es una declaración política, un modo de vida. El Diccionario de etimología japonesa de Maeda Tomiyoshi recoge que la palabra proviene originalmente de kawahayushi, que significa “cara sonrojada” e implica vergüenza. Básicamente acabó teniendo el mismo significado que la palabra “mono”. ¿Pero por qué la palabra “mono” se queda corta? ¿Por qué no consigue evocar todas las connotaciones de su equivalente japonés? Colores pastel, lazos, cosas antropomórficas…

Para encontrar las respuestas a estas preguntas tenemos que adentrarnos en la historia de Japón. El concepto de kawaii no pertenece a ningún período histórico específico, pero podemos ver los primeros brotes del Kawaii finalizada la Segunda Guerra Mundial. El académico Toby Slade, de la Bunka Gakuen University, dijo en su Presentación de la cultura popular japonesa que el pionero del anime y el manga Tezuka Osamu fue el primero en darse cuenta de que, en los personajes de los dibujos animados americanos, cuanto más grandes eran los ojos, más monos parecían. A Osamu le influenciaron muchísimo películas como Blancanieves y Bambi para crear personajes tan icónicos como Astroboy.

El siguiente hito en la cronología del kawaii es la agitación estudiantil de los años 60 y 70. Los estudiantes de todo el mundo desafiaban a las generaciones anteriores intentando diferenciarse de ellos todo lo posible. Los jóvenes de Gran Bretaña querían ser vistos como personas independientes y maduras a través de la música rock y la ropa atrevida, mientras los japoneses se negaban a crecer y a tomarse las cosas en serio. Un ejemplo de esta rebelión es la forma de escribir de las estudiantes. Si alguna vez habéis estudiado japonés sabréis lo meticulosamente perfecta que ha de ser la escritura de los kanji (los caracteres más difíciles de aprender). Estas chicas crearon el Gyaru-Moji (escritura de chica) utilizando letras redondas con corazones. Se burlaban básicamente de la rigidez de los kanji. Y no olvidemos el icónico seifuku, el uniforme japonés femenino por excelencia. Se basó originalmente en los uniformes militares japoneses, pero se readaptó como un potente símbolo antisistema.

En los 70 también surgieron marcas como Pink House y Milk. Fundadas por estudiantes manifestantes, se les considera las fundadoras de la moda kawaii. ¡La juventud japonesa utilizaba esos estilos tan “infantiles” para remarcar lo indeseable que es ser adulto! Como muchos movimientos alternativos, las grandes marcas cayeron en la cuenta de la apariencia kawaii; Sanrio comenzó como una empresa que fabricaba sandalias, pero después empezó a hacer artículos más monos y enfocados a los personajes. ¡Y ahí lo tenéis! Hello Kitty, alias la mayor portavoz del Kawaii, nació en 1974.

 

Imagen cortesía de japan.world.net

 

Con la llegada de Hello Kitty, el Kawaii se había comercializado oficialmente, y pronto un nuevo fenómeno (¡que todavía presenciamos en 2020!) apareció en escena: las idols. En los 70, las estrellas del pop, como Yamaguchi Momoe y Pink Lady, se hicieron famosas no tanto por su talento, sino por sus personalidades encantadoras. El público quería cuidarlas… ¡porque eran perfectas, muy alegres y totalmente adorables! Esto hizo que las idols fueran una vía de escape de la realidad en un mundo con tanta inquietud política y un futuro tan inestable. Resultaba obvio que el Kawaii pasaría de lo alternativo a ser tendencia porque ese concepto atraía a mucha gente, sin importar la demografía. El Kawaii se estaba convirtiendo en un negocio gracias a los vendedores, que se dieron cuenta de que podían sacar beneficio de lo adorable.

Allá por los años 90, los bancos, e incluso la policía, utilizaban personajes monos y mascotas adorables. ¡Hoy en día hay mascotas para todo! Durante la próspera burbuja económica de Japón, el Kawaii se extendió por todo el mundo gracias a la circulación de fotos e imágenes del anime y el estilo callejero de Harajuku. Fue toda una revelación: sin importar la edad, el género o la nacionalidad, estaba bien disfrutar de las cosas monas sin ser inmaduro.

Aunque no parece haber un único origen en el nacimiento del Kawaii, podemos identificar algunos cambios en la historia que sin duda alguna han influenciado lo que actualmente llamamos cultura kawaii. Tras la Segunda Guerra Mundial, comenzamos a ver características “monas” en el anime, y durante los años 60 en Japón, los estudiantes se rebelaron contra las generaciones anteriores rechazando la madurez. Las tiendas de ropa con estética kawaii comenzaron a surgir en los 70, y a finales de esa misma década, observamos un cambio de la rebelión alternativa a las apariencias de moda cuando nacieron Hello Kitty y las idols. La burbuja de los 90 llevó el Kawaii a la cultura pop no solo en Japón, sino por todo el mundo.

Claramente, el Kawaii tiene algo intrínseco con lo que todo el mundo puede relacionarse. Como dice Slade, el Kawaii nos hace sentir “nostálgicos hacia una infancia en la que no se comprendía la falta de significado de la vida”. En otras palabras, es una forma de regresar a la inocencia y ser felices con los placeres más pequeños… o quizás solo es una vía de escape.

Puede que el nacimiento del Kawaii tenga un origen sombrío, pero al final del día, a veces la única vía que tenemos para aliviar nuestra ansiedad sobre la sociedad es la moda y el arte. Por tanto, el Kawaii puede verse como un sentimiento universal y atemporal.

 

Escrito por Kay, traducido por Úrsula e Ismael.
Imagen destacada cortesía de Japan America Society of Greater Philadelphia.

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