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En busca de una idol: Los orígenes de la cultura idol

“I want you! (I want you!) I need you! (I need you!)
I love you! (I love you!)”

Imaginaoslo: las luces de la discoteca iluminan una sala de karaoke cuando la letra de la canción Heavy Rotation, de AKB48, aparece en la pantalla. Os sabéis todas las letras e incluso podéis bailar la canción Suki Kirai de Miku Hatsune sin problemas. Paseaos por la meca de la cultura pop de Tokio, Akihabara, y veréis carteles, tiendas y teatros repletos de pósteres de idols en ascenso. Las idols hacen realidad los sueños a través de música pop alegre capaz de conseguir que cualquier amargado comience a seguir el ritmo. ¿Pero dónde comenzó todo? De Momoe Yamaguchi a C-ute, acompañadnos en un viaje para descubrir los orígenes de la cultura idol.

 

Imagen cortesía de Victor.

Sorprendentemente, empezamos fuera de Japón. Cherchez l’idole (Juventud alegre y loca), estrenada en 1963, fue una película francesa que capturó la inventiva japonesa con su reparto que lo cantaba todo y lo interpretaba todo. Pero la trama no fue lo que llamó la atención de los japoneses, sino la cantante Sylvie Vartan con su aura de modernidad, independencia y belleza. Su EP vendió más de un millón de copias en Japón y realizó 13 conciertos en Tokio durante la gira.

Tras el éxito monumental de Vartan y la película, la industria musical japonesa comenzó a llamar «idols» a los talentos locales. Poco después, Momoe Yamaguchi se convirtió en una de los primeras idols en salir al escenario en el concurso de talentos “Star Tanjō!” Fue el primer paso en el camino hacia el estrellato y más tarde, Yamaguchi encabezó las listas de éxitos con baladas emotivas, como Cosmos. Junto a Junko Sakurada y Masako Mori, formaron un trío de chicas de farándula que ganaron premios y llevaron carreras legendarias como rostros representativos de los años 60 y 70.

Su compañera Junko Sakurada, conocida por su corte pixie y su minivestido celeste, tuvo éxito en su carrera en solitario con 18 singles en la lista de los diez principales. Su energía contagiosa y música alegre establecen el estándar que seguirían las adorables idols.

 

Imagen cortesía de Onyanko Club.

Sin duda, la década de los 80 fue la era dorada para las idols. El experto en cultura pop japonesa Patrick Macías comenta: “Ya existían precedentes de cantantes estrellas femeninas en la música popular japonesa, pero los años 70 y 80 fueron un momento en el que la industria cobró fuerza y podía llegar a más gente a través de la radio, el cine y la televisión».

Onyanko Club debutó en 1985 como un grupo de estudiantes de secundaria cuyas actividades en el club incluían el espectáculo. Onyanko Club fue el primero en popularizar los grupos de idols de equipos grandes (había 11 para empezar), ventos para saludar a fans y apariciones en televisión. Estos conceptos eran nuevos y marcaron un punto de inflexión para la industria. La música y la televisión se unieron para presentar a idols de la era dorada, como Seiko Matsuda, Akina Nakamori, Kyoko Koizumi y el dúo de faldas pomposas Wink. Aparecían alrededor de 50 idols cada año, pero como dice el dicho: «Todo lo que sube, baja».

 

Imagen cortesía de Nathan Shanahan/WireImage.

La década de los 90 llegó y se paralizó la industria musical de Japón debido a la crisis económica. También hubo un cambio notable hacia la música rock y otros géneros. A pesar de esto, Namie Amuro, apodada la Madonna japonesa, creó tendencias que dominaron las listas de música. Conocida por su brillo bronceado de Okinawa, sus botas hasta el muslo y sus minifaldas, Amuro inspiró la subcultura gyaru de los años 90 y principios de los 2000. Amuro hizo sentir a sus fans que estaba bien ser ellos mismos, pero también les hizo querer ser la mejor versión de ellos mismos… como ella. A diferencia de otras idols, Amuro controlaba su carrera y su aspecto, y se retiró bajo sus propios términos en 2018.

 

 

¡Al acercarse el problema informático del milenio, los grupos de idols se reunieron para formar un colectivo musical llamado “Hello! Project” con el grupo de J-Pop Morning Musume como su corazón. Patrick comenta: “Mirando atrás, no fue hasta el debut de Morning Musume a finales de los 90 que las idols volvieron a lo grande». La música de esta época incorporó parodias exageradas con temas de idols y se inspiró fuertemente en la música disco: Imaginaos Fiebre del sábado noche. Algunos ejemplos perfectos son Love Machine, de Morning Morning, o la versión de Dschinghis Khan por parte de Berryz Kobo. Según Patrick: «Esto inició una era posmoderna para la música de idols, que acudieron al pasado en busca de inspiración, abriendo la puerta a los fans de la música que disfrutaron de las referencias».

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Todas las idols duran poco tiempo. Siempre hay una cara nueva y rara vez se alejan del status quo de las muñecas. Pero las idols también han tenido un impacto duradero en la industria de la música. Los fans recuerdan el primer concierto de Morning Musume al que fueron, o tararean los clásicos de leyendas como Momoe Yamaguchi o Junko Sakurada. Asisten a eventos para darle la mano a fans (un concepto único en Japón) y los grupos de más de diez integrantes son muy comunes. El viaje épico de las idols, desde Sylvie Vartan a idols que llenan estadios, plantea la siguiente pregunta: ¿Qué es lo próximo para las idols y la cultura que han iniciado?

 

Escrito por Ash, traducido por Ismael.
Imagen destacada cortesía de AKB48.

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