Artículo de reflexión: El auge de los filtros faciales
Cuando era más joven sacaba muchísimas fotos. Fotos de mi familia, vacaciones, mis mascotas, y por supuesto, de mí misma. Al empezar desde tan joven he probado toda clase de cámaras, desde cámaras de carrete desechables, pasando por cámaras digitales con disquete (los menores de 20 buscad “disquete” en Google), a cámaras de móviles tipo concha, y ahora cámaras réflex enormes. Al principio, las cámaras de carrete y las primeras digitales sacaban fotografías en las que primaba el “lo que ves es lo que tienes”. No había nada más aparte de apuntar al objetivo y disparar. Sin embargo, en el caso de las cámaras de carrete, llevaba más tiempo ver el resultado.
La tecnología cambió rápidamente y las fotos se hicieron más claras. Se podía ver cada marca, cada línea y cada arruga de la cara. Cuando integraron estas cámaras en los teléfonos inteligentes, se hizo posible publicar una foto nuestra en un mal día para que todos pudieran verla. Aunque quisierais editarla, no todo el mundo tenía dinero para comprar Adobe Photoshop, y siendo sinceros, ¿quién tiene tiempo para sentarse y retocarla meticulosamente para que todas las fotos sean perfectas? No obstante, en 2011 llegaron las primeras aplicaciones de fotografía a las App stores, y luego le siguieron los filtros.
Cualquier aplicación importante de cámara venía también con filtros. Los filtros cambiaban la forma de la cara, los rasgos, el tono de la piel e incluso el peso. Lo que empezó siendo pura diversión y quizá una buena herramienta para deshacerse de algunas manchitas se convirtió en algo imprescindible en la vida de algunos.
Ahora, muchos no se atreverían a colgar en la red fotos suyas sin editar, aunque sea darle un leve tono rosa a la foto. ¿Por qué elegiríais no ver el mundo de color de rosa?
Los fotógrafos profesionales siempre han utilizado la edición para realzar sus fotografías. De hecho, la edición de fotografía data del 1860 aproximadamente, cuando los fotógrafos profesionales tenían que cortar y volver a unir fotografías, literalmente. La edición fotográfica no es nueva, y si es en pos de la creatividad… para mí no es dañina.
Mirando hacia adelante, editar las fotos antes de publicarlas en la red se ha convertido en la norma. La App Facetune se ha hecho muy conocida dentro de la comunidad influencer como herramienta básica para preparar vuestras fotos antes de que las vea una legión de seguidores. No se acepta nada que sea menos que perfecto. ¿Y por qué no querríais veros perfectos?
Parece haber un auge en las operaciones de cirugía plástica (en inglés), y una de las razones son, al parecer, los filtros. Nos vemos a través de las lentes de las cámaras, y esto nos lleva a la inseguridad y a preocuparnos por el menor defecto en nuestros cuerpos, ya sea real o imaginado. Las aplicaciones como Instagram y Snapchat nos dan acceso a multitud de filtros que nos permiten cambiar nuestra estructura facial. A primera vista, es por diversión (¿qué no hay de divertido en una corona de flores?). Pero si se siguen añadiendo esos filtros, cada vez se vuelve más y más difícil verse a uno mismo sin aumento o distorsión.
La cara que se ve a través de la lente de la cámara no es una reproducción precisa. Factores como la luz, la cercanía de la lente (ambos en inglés) y los ángulos afectan en gran medida a la forma de la cara, delineándola de formas distintas. Existe una razón por la que puedes sacar “tu lado bueno” en cierto punto de tu habitación cuando giras la cámara en el ángulo correcto.
Los filtros y la edición de fotografía no son del todo malos. Como ya hemos mencionado, realzar las fotos creativa y artísticamente es algo que todos deberíamos adoptar. La intersección entre la tecnología y el arte es fascinante, y deberíamos continuar explorando esos límites. Para una persona normal que busca añadir un toque estético para sus redes sociales, el uso de los filtros puede suponer una forma fácil y rápida de conseguir un estilo distintivo. Con la mayoría de aplicaciones se puede ser bastante creativo y llegar más allá de la edición de color añadiendo marcos, stickers y texto, y divertirse con las fotos.
Esta tecnología no es buena ni mala en sí misma, pero su uso continuado ha provocado un gran impacto en nuestra mente colectiva. Es importante dar un paso atrás y tratar de entender todos los factores que influyen al echar una foto, no solo para que podamos hacer mejores fotos, sino para que también tomemos nota de cómo puede distorsionar nuestra propia percepción. Quizá, en lugar de utilizar la cámara del teléfono para vernos a nosotros mismos, podríamos utilizar un espejo.
Porque, como reza el dicho, “la belleza reside en los ojos del que mira”… no en la lente.